El 2016 llega a su final, y con él, la época de hacer balances. En ese balance Microsoft deberá delinear su estrategia para el próximo año, con la que podrá consolidarse en un mercado que durante los últimos meses de este año lo ha tenido como protagonista, o encaminarse al olvido definitivo.
En lo comercial, este año no ha sido el mejor para Microsoft desde su apuesta por el Windows Phone 8. En un mercado por iOS y Android semejantes cambios no fueron bien recibidos. Los usuarios de smartphones no buscan adaptarse a nuevos sistemas operativos, sino dominar los que poseen para obtener mayor provecho de los mismos. La falla de Microsoft no fue técnica, sino estratégica.
Para el próximo año Microsoft deberá calcular sus pasos antes de comenzar a darlos, pues un nuevo tropiezo podría anular definitivamente la buena performance que han realizado otros productos de la compañía.